Fuente: La Crónica 9/9/07
El campo leonés no vive su mejor racha. A la aún no resuelta crisis de los topillos se suma ahora la plaga que se cierne sobre la provincia: el fuego bacteriano. Esta moderna y poderosa enfermedad, originaria de Estados Unidos y con apenas 12 años de presencia en España, amenaza con arrasar la totalidad de los perales, manzanos, membrilleros y acerolos de la provincia de León entera. De norte a sur. Puede sonar exagerado pero más de una voz lo deja claro con luz y taquígrafos. El primero ha sido el líder provincial del sindicato agrario Ugal-UPA, Matías Llorente, quien tiene muy claro que poner freno a un avance que se demuestra imparable es a día de hoy «una utopía». ¿Por qué tal seguridad? Pues muy sencillo: porque las especies vegetales que atacan y que transmiten la temida bacteria erwinia amylovora campan a sus anchas por cualquier rincón de la geografía provincial, incluidos jardines públicos, sendas y caminos y, peor aún, fincas particulares, donde nadie puede 'meter mano. Ante esta evidencia, que la propia Junta de Castilla y León reconoce, no sin un tono de pesimismo de quien sabe que se avecina lo peor, los primeros síntomas de que el fuego bacteriano hace tiempo que atravesó las puertas del riesgo y se convirtió en una pequeña catástrofe están ya demasiado extendidas.
El año pasado, en verano de 2006, se localizó en tal medida por la comarca de la Cepeda que atravesó sus fronteras y llegó a la de Omaña. Cientos de árboles frutales arrancados, y más que se siguen 'extirpando'. Este año han saltado todas las alarmas en la comarca del Bierzo, donde está temblando la 'industria' hortofrutícula más poderosa de la provincia, con dos marcas de calidad (la Pera Conferencia y la Manzana Reineta) que dan de comer a demasiadas bocas. Un negocio que se estima en unos 150 millones de euros y que a día de hoy tiene pies de barro ante lo que de momento es un brote puntual, eso sí, en el corazón del Bierzo.
EXCLUSIVA
Pero los sustos, por más gordos que sean, no se quedan ahí. EL MUNDO / LA CRÓNICA DE LEÓN está en disposición de difundir en exclusiva la segura aparición de casos de fuego bacteriano en el entorno inmediato de la capital leonesa, puesto que ya se ha declarado oficialmente la presencia de la bacteria 'asesina' en Trobajo del Cerecedo, pedanía leonesa. Los primeros perales han sido exterminados, aunque no ha saltado a la luz pública hasta el día de hoy.
Pero hay más: Este periódico ha localizado ejemplares infectados a distancias aún mayores, tales como Onzonilla o Palanquinos (municipio de Villanueva de las Manzanas), a más de diez kilómetros de León hacia el sur. La Junta de Castilla y León aún no ha actuado en ninguno de los dos últimos casos mencionados.
Pero lo hará en breve. No sólo porque EL MUNDO / LA CRÓNICA los señale con el dedo y los fotografíe, como se aprecia en el reportaje, sino porque lo que sí tienen las autoridades de Agricultura y Ganadería en la provincia es la «sospecha» de que la capital leonesa es a día de hoy el epicentro de una sacudida botánica que «podría afectar a todo el alfoz de León y quizá hasta unos 20 ó 25 kilómetros a la redonda», declara el jefe del servicio territorial, Fidentino Reyero.
De momento, matiza este experto en el caso, que viene 'lidiando' con el fuego bacteriano desde que en la Cepeda se declarara el mayor foco de toda España el año pasado, los técnicos de la Consejería han «recogido muestras que están pendientes de análisis», para determinar lo que realmente a simple vista es palpable: que el fuego bacteriano amenaza a toda especie de rosáceas de León.
UNA MARAÑA
No necesariamente la Junta ha andado torpe en las últimas localizaciones de la bacteria mortal para los frutales. Lo cierto es que hay que seguir el protocolo: esperar el positivo que debe determinar el laboratorio de referencia de la Comunidad, declarar el foco por expediente administrativo, a través del Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl), notificar dicho expediente al propietario, iniciar otro para proceder al arranque de los ejemplares que circunden al árbol enfermo, marcar la zona y finalmente arrancar de cuajo los ejemplares. En la Cepeda se llegaron a quemar. Ahora ya no se hace en todos los casos.
40 EUROS POR ÁRBOL
Posteriormente, la administración cierra el caso con la tramitación de la ayuda económica al dueño de los árboles sacrificados, 40 euros por cada ejemplar, según un baremo que fue de casi la mitad pero se incremento en el caso de la Cepeda ante las airadas críticas de los vecinos. Llorente aventura otra 'revolución' si en el Bierzo se sigue la misma progresión: «Allí depende demasiado dinero del frutal, los 40 euros no serán ni por asomo suficientes, la Junta tendrá que pagar el lucro cesante, es decir, los cuatro o cinco años que tardará en dar fruto un nuevo árbol, y eso no habrá bolsillo que lo aguante».
PELIGRO EN CADA ESQUINA
Pero volvamos a León. La presencia del 'fuego invisible' no es casual. Ya el año pasado se detectó un foco muy puntual en ejemplares de frutal del coto escolar. Salió de tapadillo la noticia y no se respondió con claridad a la pregunta ¿de dónde procedía la bacteria mortal? Pero ahora la respuesta es más sencilla: de todos los sitios. Porque León, ciudad y provincia, tiene larvado el problema. Basta darse un paseo por muchas zonas públicas ajardinadas de la capital, el seto que acompaña a los vecinos del Polígono X en su entrada o salida diaria de este barrio, sin ir mas lejos. Se trata de una piracanta, comúnmente denominada 'espino de fuego'. Más claro que el agua lo deja su propio nombre.
A estas alturas del año, la piracanta comienza a mostrar los bellos granos rojos, o naranjas, que son peores aún, que hacen que abunden estos setos como cerramiento tupido de decenas, cientos, miles de jardines, caminos y fincas. En igual medida, el cotoneaster es otra especie muy presente en la provincia e igualmente culpable de todo foco de fuego bacteriano.
SÓLO HAY MUERTE
Pero no son las únicas: otras especies, como el serval de los cazadores, el espino albar, o el árbol del níspero japonés, tan de moda en miles de fincas, son hospedantes. No padecen pero también trasmiten la erwinia amylovora. Son, para entendernos, los transmisores del virus de VIH en los humanos, del Sida, pero que no lo padecen, explica Llorente. Los 'enfermos del Sida' arbóreo son perales, membrilleros, manzanos y acerolos, casi por este orden. Y no hay remedio conocido: todos mueren, o víctimas del fuego o arrancados.
«CÓCTEL MORTAL»
Pues bien, Matías Llorente no se cansa de clamar a voz en grito del riesgo. «El foco real son estas especies y eso nunca se ha atacado, sólo se ataca al (árbol) enfermo», insiste en repetir. «Y esta crisis es más grande que la de todos los ratoncitos (los topillos de daños millonarios en el campo de Castilla y de León), porque los roedores al final se controlarán pero esto es incontrolable». Por si fuera poco, luchamos «contra la moda del exotismo en los jardines de las casas de León, unido al desconocimiento», un cóctel mortal para las rosáceas.
Matías Llorente pasea, como muchas mañanas, al pie de los regadíos que cruzan la margen izquierda del Porma. Y a cada uno de sus pasos observa en su apogeo «miles y miles de plantas» transmisoras del fuego bacteriano «que hace unos años plantó Estructuras Agrarias, la Junta, cuando hizo la concentración parcelaria, en todas las cunetas, en cada desagüe». Son arrancadas por los agricultores, se queman como rastrojos, son comidos por los rebaños, «pero siempre vuelven a salir». ¿Cuánto hay de espino albar, de piracanta, de serval en sus 'dominios? «Yo qué sé, 3.000, 4.000 hectáreas», responde desanimado ante el titánico esfuerzo que sería necesario para poner fin a esto.
«Nosotros, nadie tendría problema en colaborar, ayuntamientos, incluso vecinos, pero para eso hay que tener clara la prioridad y comenzar un plan, ¡pero ya!», insiste en espera de ser oído.
LEÓN ENTERO
No hay mucho espacio para la esperanza. Porque la legislación ya existe, aunque claro está que lejos de evitar la invasión del 'fuego', ésta se acrecienta. Desde la Junta, Fidentino Reyero recuerda que «desde que tuvimos noticia del fuego bacteriano (1996) hubo un real decreto que prohibe expresamente esas especies». Es más, «tenemos reuniones con los alcaldes, explicándoles que tengan cuidado en las zonas públicas», pero nada se detiene. «León entero» para Llorente será «muy pronto» territorio invadido por una bacteria a la que más vale familiarizarse antes de que sea difícil llevarse a la boca otra rica pera autóctona leonesa. Al tiempo.
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