En los últimos días hemos conocido la noticia y comprobado in situ la desgraciada tala de dos tejos y un ciprés en el cementerio de Folgoso de la Ribera. Es un hecho inédito y un brutal y absurdo atentando contra una de las tradiciones más hermosas y arraigadas en el Bierzo y en todo el Arco Atlántico europeo.
Los tejos centenarios (y más de uno milenario) en las plazas, en los cementerios y junto a las iglesias, han sido respetados, casi venerados, por nuestros mayores. En nuestra cultura, el tejo era una verdadera institución, como símbolo de la vida y de la muerte en los camposantos y como testigo de la palabra dada en los concejos abiertos que rigieron nuestros pueblos hasta no hace mucho.
Por eso no podemos entender que este patrimonio de incalculable valor natural, histórico, religioso, etc. que ha tardado siglos en crecer, sea un mal día cortado con nocturnidad y alevosía por cualquier desalmado. Esperamos que se depuren responsabilidades por este grave expolio contra un símbolo vivo tan importante para nuestra cultura e identidad.
Es preciso recordar que son pocos ya los viejos tejos que nos quedan en EL Bierzo y que es posible convivir con estos magníficos árboles, tal como lo demuestran los ejemplos de San Cristóbal de Valdueza, Villarubín, Compludo… o los inmensos tejos de los cementerios de Normandía, algunos de ellos tan grandes que albergan capillas u oratorios en su enorme hueco interior. Como contrapunto positivo queremos destacar la iniciativa de los habitantes del pueblo de Pobladura de las Regueras, en el municipio de Igueña, que recientemente han plantado dos tejos en su cementerio, con la firme determinación de renovar y perpetuar esta ancestral tradición, acción realizada por la Escuela Taller Bierzo Alto, en colaboración con las asociaciones de Amigos del Tejo y Amorteira, a iniciativa del ayuntamiento de Igueña y con la bendición de su párroco.
Desde la asociación A Morteira animamos a los vecinos de Folgoso de la Ribera, pueblo que siempre ha destacado por la conservación de sus costumbres y tradiciones, a rebelarse contra este atropello y que vuelvan a plantar los árboles, que por barbarie o ignorancia, les han arrebatado. Los posibles daños a las tumbas son reparables y en todo caso mínimos, debido a su lentísimo crecimiento, por lo que nunca puede ser una justificación para la destrucción de estos árboles monumentales.
Hoy más que nunca, la tala de dos tejos y un ciprés debe recordarnos la necesidad de defender nuestro patrimonio para nosotros mismos y las generaciones que vendrán. La salvaguarda de esta hermosa herencia es una obligación moral que nos compete a todos y si guardamos silencio estamos de algún modo siendo cómplices pasivos de aquellos ignorantes que empuñan el hacha porque no han aprendido a coexistir con estos verdaderos emblemas de la vida y la cultura, tan discretos y silenciosos, tan hondamente arraigados en el corazón del Bierzo. Hemos de trabajar de forma solidaria en la recuperación de nuestro patrimonio cultural y de nuestra memoria colectiva como pueblo.
Queremos agradecer a nuestro amigo y maestro Ignacio Abella su constante ayuda, trabajo y decidida implicación en la defensa de este patrimonio común. En sus múltiples y excelentes trabajos y publicaciones en torno a las plantas, los árboles y su cultura, siempre ha prestado una especial atención al Bierzo. En uno de sus libros, La Cultura del Tejo(2009), aparecen varios tejos bercianos, entre ellos la hembra, ahora abatida, del cementerio de Folgoso de la Ribera, en una bella imagen, con sus frutos rojos adornando el blanco mármol de las sepulturas.
Conoce como eran los tejos de Folgoso de la Ribera:
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