Fuente: La Crónica
Francisco Labarga Ponferrada
Para justificar la instalación de una verdadera industria de eliminación de residuos altamente contaminantes, la dirección de Cosmos aduce públicamente que “si no somos capaces de emplear combustibles que contengan biomasa y reducir nuestra tasa de CO2 a la atmósfera, y aún se rebajan más los derechos de emisión por parte de la administración, lo que podemos vernos obligados es a reducir la producción. Nuestra capacidad de producción se verá en peligro si no valorizamos”.
Estas declaraciones encierran una trampa que se esconde bajo el socorrido manto de la reducción de emisiones obligada por el cambio climático.
Pero lo cierto es que según los datos oficiales Cosmos no tiene grandes problemas de reducción de emisiones, toda vez que la media de emisiones de los últimos 7 años ronda las 705.000 toneladas anuales de CO2 (725.000 toneladas en 2007 y 625.000 toneladas en 2006), mientras que la asignación definitiva concedida por el gobierno en Plan de Asignaciones Definitivas 2008-2012 le concede a la cementera de Toral unas emisiones anuales de 695.311 toneladas (prácticamente lo que ha venido emitiendo hasta ahora). Por eso, las declaraciones del director de la planta diciendo que los puestos de trabajo peligran si la administración reduce aún más los cupos de emisión son una falacia, porque el director ya conoce las toneladas de CO2 asignadas cada año a Cosmos hasta 2012, lo cual indica sin lugar a dudas que lo que pretende Cosmos no es una valoración energética, sino ampliar el negocio a otro objeto social distinto del de fabricación de cemento, que es la incineración de residuos que no quiere quemar nadie por la alta contaminación y los problemas que provoca.
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