Fuente: Diario de León 9 de Octubre de 2007
El servicio territorial encomienda a los ayuntamientos que arranquen y quemen las rosáceas
El servicio territorial de Agricultura encomienda a los ayuntamientos leoneses el «arranque y destrucción» de las especies vegetales que se usan como plantas ornamentales en jardines o espacios verdes; todas las que actúan como conductores principales o agentes hospedantes de la bacteria Erwinia amylovora, o fuego bacteriano.
El aviso que remite Fidentino Reyero a los alcaldes mediante una circular cita hasta once plantas, de la especie de las rosáceas, o de los serbus. Piracantas, cotoneaster, nísperos de Japón. majuelos o espinos albares forman parte de la relación de plantas que deben acabar destruidas por el fuego, de acuerdo con el procedimiento indicado para acabar con la bacteria causante del fuego bacteriano.
La Junta de Castilla y León ha declarado una veintena de localidades leoneses afectadas oficialmente por la presencia de fuego bacteriano. Se aplica el protocolo de lucha en el entorno de la capital leonesa (en los municipios de Valverde de la Virgen y Valdefresno, además de la pedanía de Armunia y la propia capital), en una parte de la Cepeda, en varios pueblos próximos a La Magdalena, en Omaña y en Valdesamario, además de El Bierzo, donde el fuego bacteriano ha llegado ya a Cabañas Raras. En todos estos puntos se ha dispuesto el arranque y la quema de los frutales de pepita, manzanos y perales, además de los membrilleros.
La misiva a las administraciones locales leonesas recoge la orden de septiembre de 1999 y la posterior de marzo del año 2006 en las que se «prohibe en todo el territorio de la comunidad autónoma la plantación en jardines públicos y privados y zonas ajardinadas de uso común» de especies del tipo de las rosáceas, que por su capacidad para albergar y transmitir la bacteria acaban por quemar las plantaciones de frutales. Es preceptivo también que, además de la destrucción de las plantas, se extreme la precaución y se prohiba la venta de semillas o plantas de viveros de este género que dominan el paisaje urbano en áreas verdes, además de asentarse en jardines privados, urbanizaciones, huertos domésticos o medianas de autopistas o límites de acequias y canales de agua para riego.
En la misiva que firma Fidentino Reyero se expone de forma somera la expansión del fuego bacteriano, sus causas, y se presenta la medida contra las plantas ornamentales como una fórmula «para evitar la propagación de la grave enfermedad que afecta a los frutales de pepita» y que acarrea «importantes pérdidas económicas para nuestra agricultura». Algunos ayuntamientos ya han puntualizado que parte de los encargos de la Junta no son de la competencia de las entidades locales, por ejemplo ordenar arranques en jardines privados.
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