jueves, 19 de abril de 2007

Adiós al Tejo de Lebeña




El último vendaval ha derribado al “milenario” Tejo de Lebeña, seguramente el más famoso de los árboles de Cantabria. Ha ocurrido la noche del lunes y amaneció partido por la mitad su tronco enseñando impúdicamente la goma espuma que lo rellenaba.


A los que lo visitábamos con cierta frecuencia, nos impresionaba el aprecio que se le tenía en el pueblo como vecino más viejo que era, pero más aún por todos sus significados simbólicos, culturales y espirituales. Nos contaron que antaño fue árbol de concejo y que ha continuado siéndolo hasta nuestros días porque la gente a la salida de la misa seguía reuniéndose a su sombra y tratando los asuntos vecinales, aunque luego se celebrara más formalmente la junta en la casa de concejo. Dicen que antes de la iglesia ya estaba el tejo y que aprovechando su prestigio se construyó junto al templo vivo el monumento de piedra que hoy podemos contemplar.


También nos escribía un amigo valenciano que éste era el primer tejo que había conocido y cada uno podríamos contar lo que representaba para nosotros sin llegar a sospechar siquiera el hondo significado que ha tenido este árbol para generaciones de paisanos de un pueblo que, nos consta, hacía mucho venía preocupándose por la salud del viejo y lo sentía como un rasgo de identidad. Hemos llegado a escuchar la antigua expresión de que todo buen cántabro ha de tener un tejo en la antojana de su casa y pensábamos entonces que la vieja hembra (entre los tejos hay machos y hembras) debía ser la matriarca de todos ellos.


Con todo sentiríamos hoy simplemente tristeza si los responsables de la caída hubieran sido simplemente la vejez y un vendaval intempestivo. No es así y hay que decirlo, quizá comenzó su desgracia cuando entró a formar parte de un catálogo de árboles singulares que comportaba una gestión desastrosa. Le pusieron el nº 10 y aún hoy en la página web de la Dirección General de Montes leíamos que su estado de conservación es “bueno”. No vamos a alargarnos sobre la desidia y el abandono de éste y otros árboles singulares (sin ir más lejos el viejo ciprés de la calle San Pedro en Potes), tan solo señalaremos aquí el tremendo desfase de rellenar los troncos huecos como si tapando el agujero y pintando el poliuretano de marrón el árbol quedara curado.
“Cuando le curaron empeoró” aseguran los vecinos del pueblo y hemos visto perderse un árbol centenario en apenas una década, cuando posiblemente deberían haberlo conocido muchas generaciones de nuestros descendientes.


Dicen que hace más ruido un árbol cuando cae que un bosque cuando crece y queremos que el eco de esta caída se escuche no solo en Cantabria si no mucho más allá, en todos los lugares donde aún no se entiende el valor del viejo árbol y se continúa creyendo que con colocar una placa y mirar hacia otro lado, nuestra labor protectora ya está realizada. Sería injusto decir ahora que la cultura de los pueblos se mide por su respeto a los árboles, pero con toda razón podemos asegurar que la ecuación es válida para juzgar a los administradores y gobernantes cuya sensibilidad y competencia están hoy a la altura del viejo árbol, por los suelos.


Pero algo de esto nos salpica a todos los que no hemos sabido denunciar, transmitir, entender; conservar en definitiva, uno de nuestros más valiosos patrimonios.

21 de marzo de 2007
Asociación de Amigos del Tejo

2 comentarios:

Ángela de la Garma dijo...

La falta de sensibilidad de nuestros gobernantes con nuestro "patrimonio verde", debería hacer pensar que habría que proteger unos arboles que han vivido cientos de años, de la incultura y desprecio por todo lo cultural de nuestros depredadores gobernantes de hoy en día, obligandoles a reflexionar profundamente,ya que han perdido el respeto de todos ciudadanos.

Oliva dijo...

Impresionante la foto del tejo caido. Este año volví después de más de diez buscando repetir foto con el tejo. Fue tremenda la desolación que sentí al no encontrarle. Gracias por publicar las fotos y por vuestro estupendo blog que acabo de conocer.

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