El Tejo de Ables ha vivido cientos de años, en compañía de la iglesia parroquial que se encuentra a escasos metros. Con sus 3'40 metros de perímetro, era este uno de los pocos ejemplares que aún permanecían intactos. Prácticamente la totalidad del patrimonio de tejos históricos asturianos, ha sido ya afectada de manera más o menos grave por obras de restauración o urbanización, principalmente. Pese a los esfuerzos de personas, asociaciones e instituciones por proteger este legado, pese a la normativa que debiera protegerlos, hoy constatamos que las agresiones continúan. Es preciso recordar que hablamos de árboles de un enorme significado cultural y tradicional. Ejemplares como este, varias veces centenarios, junto a iglesias y ermitas, ejercieron funciones de árboles centrales, alrededor de los cuales se hicieron conceyus o reuniones de vecinos, fiestas, juicios y juramentos. Fueron personajes principales de nuestra sociedad y paisaje, verdaderas casas consistoriales y magistraturas de los tiempos antiguos. Algunos de ellos, incluso de similar tamaño, porte y antigüedad que el de Ables, se han declarado "Monumento Natural" o han recibido recientemente un reconocimiento especial al incluirse en el proceso de declaración de Bienes de Interés Cultural, que los debe amparar con el máximo grado de protección que contempla la ley. Sin embargo, parece que nada de esto es suficiente frente al urbanismo ciego que continúa destruyendo estos árboles y sus entornos.
A pesar de que el decreto denominado Plan de manejo del Tejo prohíbe incluso aparcar vehículos o almacenar materiales en un radio equivalente al doble de la proyección de la copa de estos ejemplares centenarios; junto al de Ables, se ha excavado un vial que empieza justamente donde terminan las últimas ramas, tal como puede verse en las desoladoras imágenes.
Posiblemente, una vez más, la apatía y desinterés de las administraciones competentes, consienta y hasta justifique este atentado del mismo modo que ha ido postergando año tras año la realización del catálogo de ejemplares que contemplaba el Plan de manejo, o la propia revisión de esta normativa que debía hacerse cada cinco años y desde el 2001 en que fue promulgada ni siquiera se ha tocado.
Al paso que vamos, desaparecido el magnífico patrimonio de árboles imponentes y centenarios que conocimos hace tan sólo unas décadas, tan sólo quedará, si acaso, una colección de arbolillos recién plantados para suceder a sus antecesores. Desgraciadamente los tejos históricos, símbolos y testigos de nuestros primeros parlamentos, están a punto de pasar a la historia como un recuerdo de aquel legado esplendoroso que no supimos preservar.
Fdo.: Ignacio Abella
No hay comentarios:
Publicar un comentario